
Sábado
a la mañana en Neuquén. Frío y viento, pero con un sol que acobija. Las
9 de la mañana y Pedro Beroiza llega puntual al bar convenido. Manos en
los bolsillos, jean, zapatos negros impecables y campera marrón. Dejó
la comunidad por trámites en la capital provincial y aprovecha para
visitar a parte de la familia. Pide café con leche con medialunas,
sonríe y rompe el hielo: “Hoy es mi cumpleaños, 41, y es bueno
comenzarlo hablando de las luchas de nuestra comunidad, de nuestro
pueblo”, avisa en voz baja, como en secreto. Recuerda que había dejado
la comunidad en búsqueda de trabajo, vivió quince años en la capital
provincial y, con orgullo, se presenta como albañil y electricista,
oficios con lo que se gana la vida desde adolescente. Hace cinco años
volvió a la comunidad y, desde 2008, es lonko (autoridad política) de la
comunidad mapuche Mellao Morales, uno de los pilares neuquinos en la
lucha contra la megaminería.
La comunidad Mellao Morales está compuesta por 150 familias, 500
personas, que habitan y trabajan desde hace más de un siglo 35.000
hectáreas en la zona de Campana Mahuida, oeste de la provincia, donde la
empresa china Emprendimiento Mineros SA y la Corporación Minera de
Neuquén (Cormine), pretenden extraer cobre sin respetar los derechos de
los pueblos indígenas (Constitución Nacional, Constitución provincial y
tratados internaciones de derechos humanos, entre otros).
La comunidad, la Asamblea de Vecinos de Loncopué (AVAL) y la Asamblea
de Vecinos Autoconvocados de Campana Mahuida (Avacam) se organizaron y
comenzaron en 2008 una campaña informativa que incluyó cortes
informativos, panfleteadas y charlas. En 2008 presentaron un juicio por
nulidad de contrato por no respetar los derechos de los pueblos
originarios. En septiembre de 2009, el Superior Tribunal de Justicia
(máximo tribunal de Neuquén) hizo lugar a la medida cautelar de frenar
toda acción hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo, la legalidad o
no del contrato. Implicó el freno a la actividad minera. El gobierno
provincial apeló con un recurso extraordinario. Y, en marzo de 2011, el
Superior Tribunal volvió a fallar contra el gobierno provincial y
remarcó la obligación de respetar el derecho indígena.
El 3 de junio último, la población de Loncopué (la ciudad más
cercana) se expresó mediante un referéndum inédito en el país: el 82 por
ciento de los electores votó para aprobar una ordenanza municipal que
prohíbe la megaminería en la zona.
El referéndum comprendió al ejido municipal, por lo cual la comunidad
no pudo votar. “La comunidad tuvo su propia elección en noviembre de
2008. El 99 por ciento dijo no a la minería”, recuerda el lonko.
Nueve hermanos. Tres de ellos aún viven en la comunidad. Y también viven
Manuel (71 años) y Carmen Rosa (69), sus padres.
-¿Cuánto hace que sus padres viven en el lugar?
Pedro toma un sorbo del café con leche, deja la taza y sonríe: “Desde
siempre. Nacieron en la comunidad y nunca quisieron irse. Los abuelos
ya estaban asentados ahí desde antes, hace más de cien años que la
comunidad vive, trabaja y respira en ese lugar”.
Pedro Beroiza siempre volvió a la comunidad, cada semana o cada quince
días. Y un día volvió para quedarse nuevamente: la hermana le pidió
ayuda para mejoras en su casa. Llegó con sus herramientas de albañil, y
no se fue más.
-¿Cuáles son los principales problemas de la comunidad Mellao Morales?

La tierra. Ligado a eso, la educación y la minería.
-¿Cómo es la situación de la tierra?

Luego
de mucho andar, el gobierno hizo la escritura, pero dejaron fuera una
parte. La comunidad tiene 35.000 hectáreas. Y el gobierno provincial
quería darnos un título por 32.000. Reclamamos eso y el gobierno dijo
que nos daba una parte escriturado y luego hacia la otra parte… (el
lonko hace una mueca con la boca y sonríe, señal de descreimiento a la
promesa gubernamental). Además tenemos otros problema, en la zona de al
cordillera hay un chileno dentro de nuestro territorio. Encima el
gobierno le dio el título, justo en el mismo lugar que nos había
reconocido la tierra a nosotros. ¿Cómo puede ser? Le dio nuestra tierra
con título y por decreto.
-¿Por qué cree que la Provincia no le reconoce el territorio a la comunidad?

Porque
tiene intereses económicos en esas tierras. Porque siempre le hace el
verso a las comunidades que le va a dar el título, pero después hace lo
contrario, negocia para el bien de su familia de políticos. Pasó en
Loncopué: el hermano del gobernador, (Carlos) “Nuno” Sapag, hace 20 años
corrió a unos cuantos pobladores de la zona que habían nacido y se
criaron en el lugar. Sapag llegó, dijo que compró, pero mentira. Así y
todo los echó. Eso pasa en esta provincia.
-¿Cuál es el problema de la escuela?

El
gobierno provincial cerró la escuela de la comunidad en 2001 y los
chicos tuvieron que irse al pueblo. Hicimos montónes de trámites, pero
nunca la abrieron.
-¿Qué explicación le dieron?

Dicen
que hay pocos chicos, pero la verdad es que el gobierno no va a abrir
la escuela por más nota que hagamos porque quiere que nos vayamos, que
no haya gente así puede entrar a la comunidad. Eso está buscando.
-¿Qué opina del gobierno provincial?

Es
muy ambicioso. Dentro de cada empresa hay intereses de ellos, siempre
usan la plata de la provincia para hacer negocios personales. Deberían
cambiar.
-¿Cual es el trato que tiene con las comunidades?

Las
trata bastante mal. Cuando les pueda quitar la tierra, se lo va ha
hacer. No reconoce los derechos comunitarios, las tiene marginadas y
siempre se arrima y las usa cuando hay que votar.
“Las empresas nunca cumplen”
Pedro Beroiza confiesa que nunca pensó en ser lonko de la comunidad y
asegura que ni siquiera lo buscó. “La culpa es de la minería”, señala.
En su trabajo como albañil errante estuvo en contacto ocasional con
trabajadores de Río Negro, que le hablaron de la minería en la llamada
“línea sur” de Río Negro, cerca de Ingeniero Jacobacci. “Escuché de los
problemas allá y conseguí una nota de un diario que hablaba de
contaminación. Ese papel lo guardé, me llamó la atención y seguí
preguntando sobre el tema”, recuerda.
Cuando el gobierno provincial y las mineras comenzaron a visitar a la
comunidad, el recuerdo se hizo presente. “El lonko de entonces no
quería firmarle nada a la empresa, pero había otra hermana que sí. Yo
expliqué que la minería no era buena para nosotros, y conté lo que había
pasado en la línea sur. Esos meses había que renovar autoridad, y ahí
me proponen los hermanos. Consulté con mi familia y acá me tiene, lonko.
Ahí empezó todo”, explica y no para de sonreír.
-¿La empresa había informado qué quería hacer y explicó los derechos de la comunidad?

La
empresa nunca hizo reunión con la comunidad. Sólo iba a buscar al lonko
y lo paseaba en la 4X4. El lonko no quería firmar, y ellos necesitaban
su firma. Si él firmaba, estábamos en el horno. Le pedimos varios que no
firme y por suerte no lo hizo. Nosotros sabemos que las empresas te
ofrecen lo mejor, pero nunca cumplen. Pasó en Loma de la Lata
(yacimiento petrolero de Neuquén donde viven comunidades) y también pasó
en la generadora eléctrica Agua del Cajón (en las afueras de Neuquén).
El gobierno dice que va a haber mucho trabajo, pero después no queda
nadie, sólo los ingenieros que traen de afuera.
-¿La minera había prometido algo?

La
empresa accionó todo el tiempo. Hubo un momento en el que dio un auto a
tres personas de la comunidad, un Ford Fiesta, y había prometido una
camioneta. Y en 2009 Cormine fue a decirle a los hermanos que si no
aceptábamos la minería no íbamos a ser nada, que íbamos a morir en el
intento. Incluso un día juntaron a parte de la comunidad para hablar mal
de mí, fueron Martín Irigoyen (presidente de Cormine), Carlos Portilla
(director de Minería) y un supuesto ambientalista. Lamentablemente
también se prestó otro lonko de otra comunidad cercana, pero no pudieron
con la decisión de la comunidad. Algunos te venden las mejores flores,
pero antes de llegar a tu casa ya están secas.
-¿Cómo fue trabajar junto a la Asamblea de Loncopué?

Trabajar
en conjunto no costó nada. Había que juntarse nomás. Costó hacerle
entender a la gente grande de la comunidad porque no tenían información y
no podían decidir. Luego de informarles, y para estar seguro y salir a
luchar, lo que hicimos fue un plebiscito (diciembre de 2008) en la
comunidad. El 99 por ciento votó no al emprendimiento minero. Eso ayudó
mucho, la comunidad ya estaba decidida y firme.
-¿Qué hicieron junto a la Asamblea?
Hubo mucho trabajo conjunto, marchas, panfleteada, asambleas en
Neuquén (capital), íbamos y veníamos de reuniones y reuniones. En 2009
fuimos a Chile para hablar con lonkos que habían sufrido con la minería a
cielo abierto. Un lonko me dijo que de la minería no quedaba nada para
la comunidad, que ni agua había y que a la empresa no le importaba nada.
La minería de cobre y oro es como una planta, tiene raíces, y si la
empresa encuentra esa raíz la va a seguir sin importarle si entra a la
comunidad, si afecta al río o si hay un lugar sagrado. De esa charla
volví más decidido a no dejarlos entrar. Yo tengo voluntad de defender
la tierra, y creo que hicimos lo correcto.
-¿Pudieron hablar con el Gobierno?

Le
entregamos una nota al gobernador, firmado por todos los integrantes de
la comunidad, para que nos reciba. Nunca nos contestó ni nos recibió.
-Han pasado casi cuatro años. ¿Cuál es la evaluación que hace del camino hecho?

Ha
sido todo muy positivo. Hemos transitado caminos duros, pero es una
buena experiencia, donde se nota el sentimiento mapuche, del newen
(fuerza), raíz de nuestra propia tierra. Demostramos que sin plata y sin
minería podemos vivir, pero hay que tener dignidad.
-Este año hay nuevas elecciones en la comunidad. ¿Se presentará para otros cuatro años?

(Se
pone serio) Estoy dudando. En esto se deja mucha cosas de lado, se
necesita mucho tiempo. Pero sé que si no me postulo se corre riesgo que
la minera se aproveche. Sabemos que minera, gobierno y alguno de la
comunidad están esperando eso. Nunca me gustó decir algo si no estoy
seguro, no quiero falsear a nadie, así que lo diré cuando llegue el
momento.
-¿Qué le diría a alguien de la ciudad que quizá no entiende por qué se oponen a la megaminería?

No
queremos la minería por muchas razones, pero sobre todo porque queremos
seguir viviendo en el lugar donde nacimos. Siempre los mapuche fuimos
los marginados de todo. Antes con las campañas militares nos desplazaron
de las mejores tierras, no echaron al pedrero. Y ahora resulta que
quieren ese pedrero porque hay riqueza debajo. Están equivocados si
creen que ahora nos van a correr. No tendremos plata, pero tenemos
cerros, agua y naturaleza, lo fundamental de la fuerza del mapuche.
Fuente: Darío Aranda, www.odhpi.org
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