La
historia del 17 de octubre de 1945 la escribió el pueblo argentino en
la confluencia de diversos escenarios: en la Plaza de Mayo, en los
lugares de trabajo convertidos en verdaderos cabildos abiertos, en las
calles de Rosario, Tucumán, el Gran Buenos Aires, la Capital Federal y
otras ciudades del interior del país. Un río de obreros marchó con la
firme decisión de rescatar al coronel Perón.
* Secretario de Relaciones Institucionales de la CTA
Fue
una gesta heroica, de esas que cortan de un hachazo un presente ominoso
que pasa a ser pasado para comenzar a narrar de nuevo la historia. Un
acontecimiento bautismal para dar vuelta la página e instalar
definitivamente la noción de que los trabajadores están dispuestos a ser
los artífices de su propio destino.
Como sucediera tantas otras
veces, el 17 de octubre del 45 el pueblo demostró con creces que estaba
para más. Los dirigentes van a la retranca de la marea de masas que
convulsiona a la Argentina de posguerra.
Según consta en actas, el
Comité Central Confederal de la CGT reunido el 16 de octubre "declara
la huelga general de los trabajadores en todo el país para el día 18 de
octubre desde la 0.00 hora hasta las 24 horas del mismo día".
Los
hechos demostraron que el movimiento obrero asentado en el cordón
industrial de Buenos Aires, Rosario, Tucumán y otras ciudades, se volcó a
las calles e impuso de hecho la huelga general sin esperar la fecha
fijada por la cúpula de la CGT.
No se trató, como pretenden
algunos, de un hecho aislado y espontáneo. El día 13 de octubre se
movilizó Rosario en los frigoríficos y en las calles de la ciudad, luego
la FOTIA en Tucumán, y sigue la marcha imparable en el Gran Buenos
Aires: Berisso, Valentín Alsina, Avellaneda, Ensenada, van sumando
presencia obrera a paso forzado para ingresar el día 16 a la Capital
Federal sobrepasando a la policía que pretendía cerrar los puentes y
accesos para impedir el cruce de los trabajadores.
Es un
levantamiento nacional, una rebelión popular con una masiva movilización
de los trabajadores. El 17 de octubre es el resultado del conflicto
social de clases que preside las luchas históricas, presentes y futuras.
La
formidable movilización popular no sólo consiguió la libertad de Perón y
el mantenimiento de las conquistas obreras, sino que infligió un vuelco
decisivo en la situación política al ganar la iniciativa en todos los
frentes y rubricar el certificado de ingreso de la clase trabajadora
como protagonista sustancial de la vida política institucional de la
Argentina.
El protagonismo de los trabajadores
Lo
que el Irigoyenismo había concretado legitimando la participación en la
cosa pública de los sectores medios urbanos y rurales, el peronismo lo
reprodujo con el movimiento obrero que hasta entonces figuraba en los
arrabales de los ámbitos de decisión política, social, económica y
cultural de la Nación.
La gigantesca marcha fue consecuencia de la
amalgama victoriosa de sonido y furia, perpetuada a lo largo de los
años como el anclaje de la memoria colectiva consciente y con capacidad
de intervención en una determinada coyuntura política.
Se inicia
un nuevo tiempo. Se abren las compuertas de la vida pública a la
participación de los excluidos, para hacer visibles a los creadores de
la riqueza nacional: es una bisagra en la historia de la clase
trabajadora.
El 17 de octubre los descamisados metieron “sus patas
en las fuentes” de la redención, de la dignidad y la justicia social.
Ese día se reveló a los ojos del poder la Argentina secreta: “Multitudes
grises avanzaban como un torrente de plomo derretido, lentas, graves,
concentradas en su destino...( ) era el subsuelo de la patria
sublevado”, describe, con lucidez, Scalabrini Ortiz.
El
imperialismo y las clases dominantes no tuvieron olvido ni perdón con
los protagonistas de semejante afrenta al régimen oligárquico. Por eso,
cuando llegó el momento de la restauración conservadora una década
después, la respuesta fue implacable, impiadosa, criminal.
El 17
de octubre, con los trabajadores y el pueblo en las calles; La
"Revolución Fusiladora" de 1955 al servicio de los monopolios; la
Resistencia Peronista protagonizada por los trabajadores y el pueblo; el
Cordobazo, una rebelión obrera-estudiantil que desestabilizó la
dictadura de Onganía y el golpe de Estado del 76 que produjo el
genocidio más brutal de la historia, marcan otros tantos capítulos del
enfrentamiento inconcluso entre pueblo y oligarquía.
El 19 y 20 de
diciembre de 2001 va a reaparecer la Argentina subterránea:
Trabajadores, sectores medios y una avalancha de jóvenes se mezclaron en
las calles y las plazas de todo el país para rescatar el sentido de
pertenencia a la causa nacional y hacer tronar el escarmiento.