miércoles, 27 de febrero de 2013

Bortis negó los hechos que lo imputan


En la sede de Tribunal Federal Oral 2, dio comienzo esta mañana el juicio por la explosión ocurrida el 5 de diciembre de 2009, tras el derrame de hexano que produjo la muerte de seis personas y las quemaduras y lesiones de otras siete.  Todos trabajaban en esa casa de altos estudios. Se leyó la acusación declararon un imputado y un testigo.
Por Katy García - Prensared
“Es muy importante para los trabajadores en general y para  los universitarios en particular, que esta casusa llegue a juicio. Fue una decisión  de la comisión directiva del gremio que finalmente quedó como único querellante. Es trascendente que habiendo ocurrido un accidente por falta de seguridad laboral podamos llegar a esta instancia y que quede expuesto cómo se trabaja en las universidades nacionales”, manifestó la actual secretaria general de la Asociación Gremial de Docentes, Cecilia Saroff
El fiscal Maximiliano Hairabedián evaluó que se trata de un delito culposo que podría haberse evitado. “Sucedió por imprudencia, negligencia  irregularidades y omisiones que pudieron preverse. Si hubiera sido un accidente, no estaríamos hablando de un delito. En este caso hubo personas que tenían obligaciones sobre la seguridad del lugar y que no cumplieron con sus deberes y por eso ocurrió”, afirmó. 
Consultado por este medio sobre cuál es la situación de la empresa asociada a la Fundación de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), De Smet, S.A. respondió que durante la etapa  de instrucción “fueron  imputados y luego sobreseídos. Personalmente no comparto esa posición, como el caso de la persona que trabajó para la empresa, estaba participando de la prueba piloto y quedó afuera por prescripción”, señaló.
Y en referencia a la Aceitera General Deheza afirmó que no apareció responsabilidad penal,  si bien intervino en la cadena de comercialización del solvente que es utilizado en la industria alimenticia de manera habitual. 
Uno de los presentes, Jorge Adaro, docente la facultad de Ingeniería, opinó que después de haber vivido este esta dolorosa experiencia fundamentalmente observó cambios en la conciencia del  colectivo docente. “Lo que ha cambiado es la actitud nuestra, los que hemos vivido de cerca este hecho y nos ha impactado y dolido la muerte de nuestros compañeros. Lamentablemente, la universidad no estuvo a la altura de las  circunstancias”, analizó.  
Para Eugenio Biafore, abogado de la querella  “se trata de una etapa fundamental donde la defensa va más allá de lo procesal y tiene que ver también con un cierre como comunidad y como gremio. No se trata solo de la responsabilidad penal sino de la toma de medidas que son obligatorias, que deben llevarse adelante y consensuarse entre trabajadores y empleadores. Me refiero al conjunto de conocimiento técnico, de la experiencia y del manejo propio de  la ley”. 
El letrado dijo que  la importancia de este proceso radica en el carácter de ser un precedente en sí misma porque “en toda la República Argentina donde la normativa incumplida es estrictamente la de higiene y seguridad  se aborda desde este lugar. En ese sentido nosotros hemos aportado pruebas periciales sobre cómo se trabajaba en la planta piloto”, destacó. 
El tribunal presidido por Fabián Asís y conformado por los jueces Vicente Muscará y Carlos Lascano, le dio la palabra a uno de los imputados y declaró el primer testigo.  El fiscal de la causa es Maximiliano Hairabedián que subroga al fiscal Carlos Gonella que se encuentra cumpliendo otras funciones en la Procuración General de la Nación.  
Hoy declaró el procesado, Agustín Bortis, ex vice decano de la Facultad de Ingeniería y a la vez presidente de la Fundación de la UNRC que llevó adelante el proyecto de investigación junto al Grupo Gisdpo y la multinacional belga De Smet.
Borgis deslindó toda responsabilidad en lo ocurrido y entre líneas responsabilizó de lo sucedido al jefe de la investigación Miguel Angel Mattea, fallecido al otro día como consecuencia del siniestro. El testigo Norberto Gabriel Campetelli, ingeniero mecánico electricista, dejó en claro que las condiciones del establecimiento no respondían alos más elementales estándares permitidos.
“Quiero negar enfáticamente los hechos que se me imputan y de cualquier acusación de la tragedia que nos enlutó  a todos”, comenzó diciendo el ex funcionario Bortis. Negó que se hayan celebrado convenios marco de control y describió su participación como ajena a lo sucedido siendo que era presidente de la Fundación y vicedecano. Además dictaba clases en un aula aledaña al local donde funcionaba la Planta Piloto. El fiscal Hairabedián lo puso en jaque cuando indagó sobre los beneficios que podrían haber significado los términos del acuerdo, la envergadura de la firma  asociada y una cláusula del protocolo del convenio cuando expresa que “la fundación a través de la unidad ejecutora Grupo de Investigaciones a pedido del solicitante realizara experiencias…”. En este momento hubo un cruce de miradas de desconcierto con su abogado José Buteler.
Todo mal en la planta
Campetelli tuvo el lamentable privilegio de ser un observador agudo el día anterior al estrago. Mediante un relato minucioso dejó  entrever un conjunto de irregularidades que van desde la descripción de la puerta de ingreso “agureado”, las goteras en el  techo,  a la presencia de los toneles de hexano junto a elementos facilitadores de la combustión.
 Días previos a la explosión, mediante una llamada telefónica, la ingeniera Reartes lo había contactado  para solicitarle asesoramiento respecto a instalaciones eléctricas. Acuerdan reunirse en la planta. La consulta se centró en un “problema de funcionamiento por una sobrecarga”. Tras observar los tableros contiguos al portón principal que presentaba  una serie de perforaciones vió “una serie de tambores estivados en la parte lateral de la planta” que correspondían según le comentaron al material de una  investigación de extracción de aceites por solventes.
“Eran varios tambores - 10 a 12- comunicados a través de una cañería y ahí me entero que la mezcla entre aceite  y solvente se llamaba micela”, declaró. Se enteró que el hexano era puro y sobre los mismos leyó algunas etiquetas que advertían sobre los peligros del almacenamiento de esos líquidos. El testigo expresó ante el Tribunal que “la instalación eléctrica debía ser ampliada con cañería antiexplosiva” lo cual no se observaba.
También destacó que en el establecimiento funcionaban varios grupos de investigación y que era evidente la falta de una estructura burocrática que la condujera.
Si denunciás, cierran la planta
Durante la conversación que duró una hora sugirió que consultaran con otro profesional especialista en instalaciones. Pero lo más sorprendente fue que la propia ingeniera le dijera que “las instalaciones no eran adecuadas” y que ella  representaba a la universidad ante la Agencia Córdoba Ambiente. Y que si lo denunciaba cerraban la planta”. Esta información según le confió al testigo se la había transmitido al Ing Pizini quien le dijo:”no hay que hacer nada”. Claudio Orosz le pidió al Tribunal que deje constancia de estos dichos.
 “No pude conciliar el sueño había  quedado involucrado con lo que me contaron...” prosiguió el testigo que además ratificó lo declarado en la instrucción acerca de  la indignación que le causaron las declaraciones televisivas del ex vicedecano que trataba de desligarse de los hechos.  “Todavía había fuego y  manifestaba que desconocía lo que ahí se hacía. Yo vi los tambores explotados allí”, enfatizó. Luego contó que a la salida del velatorio de una de las víctimas el diputado Alberto Cantero le dijo que Bertis estaba al tanto de la existencia del hexano.
Testimonió también que tuvo la oportunidad de visitar otras plantas en Hamburgo y Alemania donde se cumplían todos los recaudos y las medidas de seguridad. “La planta distaba mucho de ello”, expresó.  
El fiscal le preguntó qué sintió ante esa situación y dijo que no era miedo pero si preocupación. Y detalló que en el lugar había una estufa y “un autoclave a la vista, debajo de un pasillo. En ese momento, estaba encendido en el mismo lugar de los tambores”, explicó.
Y agregó que las instalaciones deben estar preparadas cuando se trabaja con sustancias peligrosas porque una  fuente de calor pueda provocar alguna explosión. Y citó el ejemplo de una estación de servicio.
Mañana y durante toda la semana continuará la etapa testimonial. Se calcula que el proceso durará un mes. La defensa de los acusados está a cargo de José María Sagarrera (Sergio Antonelli); José Luis Abrile y José Buteler (Carlos Bortis); Jorge Alberto Valverde, Edith Ducros, Miriam Palmira, María Ferrari y José Luis Pincini); Daniel Tartaglia y Mariela Pérez (Liliana Ruetsch).
Y los  abogados de la querella son Enrique Fernando Novo, Claudio Orosz y Eugenio Biafore.

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