El 25 de noviembre de 1975
por la tarde, en un sencillo acto realizado al oeste de la ciudad de Rio
Cuarto, el Secretario General de la Seccional local de la Asociación
Trabajadores del Estado, compañero Julio Argentino Fernández (Trabajador Civil
de la Fuerza Aérea), le entregaba en manos a mi madre y mi abuela materna las
llaves de la casa de un conglomerado de viviendas dignas y populares construida
por el gremio y ocupada por cientos de trabajadores del Estado que se lo
denominó Barrio ATE II. Justo ese año se
cumplía el Cincuentenario de nuestra organización sindical. Aún hoy conservo
ese llavero como una premonición de la historia que, muchísimos años más
adelante, entendería porque mi abuela me lo regalo antes de morir.
Hace muy poco se cumplieron
39 años de ese día. En ese momento, mi padre, había sido detenido en julio del
75 por el terrorismo de Estado, pasado a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional y formaría parte de la inmensa lista de presos políticos, que durante
casi 8 años, permaneció injustamente detenido por el solo hecho de participar
de un proyecto que planteaba una Patria Libre, Justa y para Todos.
Es por ello que tengo el
orgullo de decir que nací, me crie y di mis primeros pasos de niño y
adolescente en el Barrio de ATE. También de gritar que soy hijo de una
trabajadora de un Banco Estatal que el menemismo cerró y de un padre que me
enseñó la pelea por las causas justas y nobles. Cuantos recuerdos de esa
entrañable etapa de mi vida en el querido Barrio de ATE, casa que aún hoy
cobija los sueños y abriga de amor a mis viejos y mi hermana menor, Florcita.
Esos años se forjaron a
fuerza de potreros, juegos callejeros, peleas de niños, en un lugar de la
ciudad que recién se iba conformando, y que me tatuarían de por vida mi
carácter solidario, comprometido con el otro, siempre con la idea de
organizarnos para ayudar al que menos tenía y al que más lo necesitaba.
Con mis amigos del barrio,
todos hijos de estatales, sufrimos, ya en los 90, el saqueo del Estado por
parte del neoliberalismoviviéndolo en carne propia cuando nuestros viejos
perdieron su laburo. Y el barrio cambió su fisonomía, se puso distinto y los
pibes también. Muchos se marcharon a otros lugares, otros tuvimos la suerte de
intentar estudiar o trabajar y muchos otros cayeron victimas del modelo
terminando con un destino de marginación y represión en las instituciones del
sistema. Ahí entendí que la disputa central con el enemigo se da en el
territorio, ahí se da la batalla cultural, en los barrios periféricos y
populares, una clase obrera media que perdía ese estatus y se venía a pique.
Pero nunca perdimos la dignidad ni la participación social y mucho menos la
capacidad de organizarnos en la solidaridad y la esperanza.
Las vueltas de la vida me
llevaron por la Patagonia, por el Norte Argentino, en donde comencé mi
participación política con profunda convicción y luego de los levantamientos
populares del 19 y 20 de diciembre del 2001 de aquel verdadero Argentinazo, me
trajeron de vuelta a mis pagos luego de 8 años afuera de la ciudad. Y fui a
parar a la casita del Barrio ATE II, no por eso solamente, sino por una
enfermedad terminal de mi abuela materna, quien me crió, formó y me llenó de
amor por lo cual decidí, con mucha convicción, que debía volver para cuidarla,
mimarla y acompañarla hasta el final. Y así fue. Ella me pidió que nunca más
deje sola a mi madre y yo acepté ese compromiso.Por eso me quede y acá estoy.
Luego entre a trabajar en el
Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) como apoyo
técnico veterinario hace ya más de 12 años. Inmediatamente me agremié en ATE.
Un año después era delegado de base en mi sector, luego miembro de la Junta
Interna Provincial de ATE en SENASA y el 28 de noviembre de 2007 los compañeros
de la conducción de ATE Córdoba y de ATE Nacional decidieron nombrarme como Delegado
Normalizador junto a Walter Avalos, para intervenir la que por aquel entonces
era una Delegación.
Cuanta angustia e
incertidumbre ese día que, con el paso del tiempo, se convirtieron en certezas
y convicciones. Recibíamos una Delegación fundida, con juicios, con sólo 80
afiliados, con una sede que se venía abajo, pero sobre todo sin un activo
militante que colaborara en revertir la historia y con una imagen muy
deteriorada hacia afuera por las nefastas (des)conducciones que tuvimos por más
de 17 años.
Y ese fue un momento duro de
mi vida. No saber para donde encarar, por donde ir, cómo hacer para cambiar la
realidad. Ahí entendí que a los dirigentes no nos eligen sólo para los buenos
momentos, sino todo lo contrario, para los malos momentos y es ahí en donde
debe estar un dirigente asumiendo el compromiso. Empecé a indagar entonces en
la historia de ATE, leyendo libros, escuchando compañeros más grandes, y eso me
conmovió. Fue un clic que me llevó a buscar y apretar aquel llavero entregado
por ATE a mi madre y regalado por mi
abuela como un símbolo de la historia que debía aceptar. Cuando descubrí que la
sede nuestra se compró en la década del 50 con tanto esfuerzo de nuestros afiliados
y que cada ladrillo colocado está impregnado de alegrías, tristezas, sudores y
hasta de sangre de nuestros compañeros, es que entendí la importancia de ser
protagonista del momento que me tocaba atravesar. Nos nutrió la mística de
aquellos pioneros del Teatro Verdi que peleaban por los jornalizados, por la
estabilidad laboral, por salarios dignos, por un gremio autónomo de los
partidos y los gobiernos, ¿acaso esas no son nuestras principales peleas hoy? ¿Acaso
no nos duele cuando tocan a los compañeros más débiles en la cadena de la precarización?
Ahí entendí, a pesar que milito desde los 15 años, que ser militante gremial es
una verdadera vocación, muchas veces ingrata y mal vista, pero tan valiosa e
importante para la liberación nacional. También investigué mucho sobre la
historia de la seccional, y hallé militantes intachables, aguerridos, que
pelearon en la Resistencia Peronista contra la Revolución Fusiladora, que
pelearon en los 70 contra la dictadura oligárquico-militar y que resistieron en
los 90. Cómo no me iba a enamorar de ATE. Cómo no resaltar la figura del mejor,
por lejos, Secretario General que tuvo ATE en la ciudad, que fue y es Julio
Argentino Fernández. Por eso homenajeamos su figura y su familia, colocando una
placa con su nombre en una de las salas de reuniones de la nueva sede de ATE
Rio Cuarto.
Fue así, que sin licencia
gremial ni cobrar un solo peso del sindicato, como hasta hoy, salimos junto a
varios compañeros a caminar los sectores y recorrer las localidades de la
región. Nos hicimos cargo de los conflictos gremiales, recuperamos la asamblea
como lugar de construcción no sólo de los diagnósticos sino también de la toma
de decisiones y del mandato de los trabajadores. Se pagaron las deudas, salimos
bien parados de los juicios, con muchísima austeridad, sosteniendo el gremio
muchas veces con nuestros bolsillos, comprando la yerba para el mate, poniendo
para hacer volantes, pusimos al gremio en la calle, años sin tener una bandera
de ATE flameando, y ahí estábamos nosotros con tanto orgullo. El otro día se
cumplieron 7 años del comienzo de una nueva etapa en ATE Rio Cuarto. Y eso es
ATE, un puesto de lucha en la trinchera para pelear organizando la esperanza y la dignidad en
lucha colectiva.
El 28 de agosto de 2009 se
normalizó la Delegación y pasamos a ser Seccional, se llevaron a cabo las
elecciones, y hasta ahí el proceso que para nosotros aún no tiene techo, a
pesar de las dificultades en estructura, económicas y hasta de recursos humanos
para sostener este gran trabajo gremial, que no fue de una sola persona, sino
de un conjunto de compañeros que entendieron el mensaje, asumieron el
compromiso y lo llevaron a la práctica con mucha militancia sin pedir nada a
cambio.
Hoy tengo el orgullo de
decir que nuestra seccional tiene 1123 afiliados, 75 delegados, estamos en 19
municipios, 2 sectores provinciales y en 11 sectores nacionales. Cambiamos de
sede, hoy mucho más funcional y céntrica que la anterior, abrimos locales del
gremio en La Carlota, Villa Huidobro, Sampacho y Gigena. Logramos locales
propios en la ANSES y en el Área Material Rio Cuarto. Pronto, seguramente en el
Arsenal de Batallones de Holmberg. Lo más importante y destacable también es el
crecimiento de nuestros cuadros, la referencia lograda no sólo en los
trabajadores estatales sino en la comunidad toda. Pero sobre todo que paramos
ATE como el gremio que le hace frente al ESTADO/PATRÓN desde la autonomía y la
defensa legitima de los derechos de los trabajadores del Estado de la ciudad y
zona.
Ya llegando la culminación
del proceso que me tocó conducir uno se llena de nostalgias y recuerdos, buenos
y malos, tristes y alegres de muchas anécdotas e historias para relatar. Tengo
el orgullo de decir que no soy un Secretario General de escritorio, siempre he
estado y estaré en la trinchera. Conozco cada sector de trabajo en la ciudad,
recorrí cada pueblo, cada corte de calle, de ruta, de puente, estuve en todas
las asambleas y conflictos, encabecé las marchas, toque el bombo, enfrentamos
la policía cuando nos quisieron reprimir, llevé la bandera de ATE como estandarte,
conozco a cada delegado y a muchos de los más de 1000 afiliados. Creo esa es mi
fortaleza, el de conocer el territorio.
Siempre digo que lo objetivo
es planificar, tener una estrategia, llevarla a cabo, saber con cuantos
compañeros y recursos vamos a contar, puede salir bien o mal pero uno tiene un
Plan.
Lo subjetivo, lo que nos da
la fuerza para ello es la esperanza en los compañeros y la fe que uno tiene en
que la realidad es transformable. Eso es lo que produjo en mí y en los
compañeros una mística por ATE inquebrantable.
Para cerrar, quiero
desearles unas fiestas en familia, compartiendo la mesa, el pan dulce y el
vino. Ahí estaremos levantando en cada copa nuestros sueños, logros, tristezas
y derrotas, pero debe ser un día de festejo, porque festejar está también
luchar y saber que disfrutamos también de nuestras pequeñas grandes victorias y
avances. Por eso en ATE creemos que sin vínculos y sin afectos es imposible
construir un proyecto político de liberación.
El año que viene en ATE se
renuevan todas las conducciones, Nacional, Provincial y de la Seccional. Aún no
sabe uno en qué lugar le tocará estar porque los cargos son lo de menos,
son sólo una chapa si uno no se abraza a
la historia que conmueve y mantiene el compromiso de ser protagonista de la
lucha del movimiento obrero en la Argentina. El futuro dirá donde estaré en el
2015. De lo que si estoy seguro es que siempre lo haré militando en ATE, y
siempre al lado de los sectores populares y los más postergados como lo hacemos
también desde la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) todos los días,
que también me toca conducir hace ya varios años.
Ya para terminar, creo que
como cualquier Secretario General uno deja su impronta. La mía fue la de abrir
puertas, delegar, trabajar en equipo, ser honesto y militar las 24 horas para
lograr el bienestar de nuestros afiliados. Siempre con alegría. Por ello no sólo
la pelea gremial llevamos a cabo estos años. Gestión en lo social, en turismo,
con herramientas de comunicación propia, en lo cultural.
Aprovecho estas líneas para
agradecerle a cada uno de los afiliados que nos brinda su confianza para que lo
representemos, a cada delegado por su compromiso con la causa, a cada miembro
de la Comisión Directiva por su apoyo brindado, y sobre todo al Equipo Gremial
que le puso el cuerpo a cada conflicto y nunca me dejó solo.
Por eso tomo una frase de un
compañero, le agrego algunas palabras y se las dejo:
No sirven los héroes
individuales, los héroes personales, los caretonesa los que sólo les importa
figurar, que los adulen, soberbios que no ganaron nada. Para mí, y estoy
convencido, sólo sirven los héroes colectivos, grupales, trabajando en equipo,
desde la humildad, la sencillez y el perfil bajo. Esos héroes son los que
trascienden en la historia. Por allá vamos compañeros y compañeras. Feliz 2015
para la gran familia de ATE .No nos conformamos con lo que logramos, vamos por
ms, lo mejor está por venir.
FEDERICO
GIULIANI. SECRETARIO
GENERAL CTA RIO CUARTO
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