Carlos
Núñez, responsable de la biblioteca “Pocho” Lepratti de Rosario, se
refirió al accionar en los barrios, la contención a niños y la
generación de espacios de debate en los establecimientos culturales.
“La
biblioteca surge como tal después de que lo asesinaron a
Pocho. Yo ya venía trabajando desde hacía muchos años con
grupos de trabajadores desocupados en Rosario. En medio de
esos espacios comenzamos a trabajar con Pocho talleres, sobre
todo con los chicos y los jóvenes”, recuerda Carlos Núñez
sobre el surgimiento de la biblioteca popular
“Pocho” Lepratti, de Rosario. El establecimiento se ha
constituido como una referencia del trabajo social desde las
instituciones culturales, articuladas con otros organismos
de la sociedad.
Núñez recordó, en diálogo con PUNTAL, la jornada de diciembre de 2001, cuando Claudio “Pocho” Lepratti fue asesinado en el techo de la escuela en la que trabajaba. Era un reconocido militante social, reconocido y respetado por su compromiso con los sectores más vulnerables de Rosario. Señala que allí fue cuando “creamos la biblioteca que lleva su nombre como homenaje a una práctica, a una manera de involucrarse”.
Comenta que “desde ese momento se han creado diferentes espacios, además de lo que se entiende tradicionalmente al servicio de una biblioteca popular. Trabajamos con un jardín de infantes, talleres de cuentos, de ajedrez, de pintura en tela, de canto y guitarra. Del mismo modo, se hace un taller de serigrafía, en el marco de lo que es la capacitación en oficios”.
La biblioteca está ubicada en el barrio Tablada, “un lugar más conocido por la cantidad de jóvenes muertos”, dice Núñez. Explica: “La ciudad tiene un alto porcentaje de personas que viven en condiciones de vulnerabilidad social, nosotros trabajamos en uno de estos espacios y todos los días nos encontramos con actividades que implican una gran dedicación y un compromiso que hace impresindible la articulación con otros sectores, por ejemplo con la universidad o gremios”.
La llegada a Río Cuarto de los responsables de la “Pocho” Lepratti tiene que ver con un encuentro de bibliotecas públicas organizado por la Universidad Nacional.
- ¿Cuánto sirve compartir su experiencia con otras bibliotecas?
Para nosotros es un espacio de aprendizaje mutuo. No llevamos un modelo que pueda ser reproducido en distintos lugares, sino que contamos lo que ha sido nuestra experiencia en el contexto en el que nos encontramos. Del mismo modo, escuchamos y pensamos juntos, hacemos un diagnóstico de cuál es la función social de las bibliotecas populares hoy, con quiénes se puede articular, cuál es la realidad con la que estamos trabajando. No es lo mismo una biblioteca que está ubicada en la periferia a la de una que está en un espacio céntrico.
- ¿Sobre qué espacios deben trabajar las bibliotecas populares?
Lo que nosotros decimos es que uno de los desafíos actuales es el de romper con el imaginario de que la biblioteca popular es un lugar por el que se debe pasar en puntas de pie porque alguien está leyendo. Éso será en una biblioteca más tradicional o en una zona más académica, pero no es lo que sucede normalmente en la barriada.
- ¿Cuál es el rol social que deben asumir las bibliotecas?
Creemos que su función social es múltiple. Las bibliotecas populares comenzaron con Sarmiento, y tenían que ver con el trabajo en alfabetización y en vistas de un proyecto que estaba marcha, el de la generación del ‘80. Hoy tienen una función fuerte en relación a la inclusión social, lo que abarca muchos espacios: desde lo que puede tener que ver con la alfabetización, como con generar cada vez mayores espacios de arte, de educación popular, de contención, de debate y reapropiación de espacios de discusión para generarlo de manera autónoma, cómo articular o no con ámbitos estatales. Se retoman, por lo tanto, conceptos de lo que fueron las bibliotecas anarquistas y socialistas de principio de siglo pasado, donde se pensaba en volver a discutir la política, por fuera de los ámbitos oficiales.
Núñez indica que en el país hay aproximadamente 3 mil bibliotecas populares, “y es la experiencia latinoamericana más fuerte en relación a estos espacios, no hay en otros países el desarrollo que tenemos”, asegura. Por todo eso, considera que es necesario el debate de “cómo aprovecharlo, articulando con otros espacios y viendo cómo se consolidan equipos de trabajo, porque la mayoría de las bibliotecas populares subsisten en base a un proyecto de voluntariado que tiene sus límites”.
- ¿Se debe apuntar a una franja etaria determinada?
Cada biblioteca define su trabajo, en nuestro caso, tenemos la suerte de ser un espacio con un porcentaje enorme de jóvenes, que no es lo que suele suceder en otras instituciones. Hablamos de reapropiar la cuestión política, porque de alguna forma las bibliotecas populares funcionan a partir de comisiones directivas, y se sabe que los jóvenes suelen ser reacios a cuestiones relacionadas a lo institucionalizado. Por eso estamos haciendo un aprendizaje para que se vinculen mejor a todo esto, con funciones concretas siendo parte de reanimar los estatutos, y que lo institucional no mate la voluntad de participar. Me parece que es importante que haya un mix fuerte, porque sigue sucediendo en la mayoría de las bibliotecas populares, que el principal usuario es el niño.
- En cuanto a las nuevas tecnologías, ¿qué actitud deben asumir las bibliotecas?
Creemos que hoy hay que tener una íntima relación con toda la cuestión tecnológica y otros soportes de lectura. De hecho, no es que hoy no se lee, sino que se lo hace en otros soportes, como en la computadora. Por eso debemos aggiornarnos, amigarnos con estas herramientas, lo que implica un mayor trabajo. Lo que es la entrega de netbooks en las escuelas, por ejemplo, tienen posibilidades a futuro que aún no han sido explotadas, como es el caso de su relación a los campos de bibliotecas y los centros culturales. Es parte de un proceso que ojalá comience a trabajarse de un modo más intenso.
“En Rosario, como en otras ciudades grandes, hay muchos problemas con cuestiones como la droga y la estigmatización de la pobreza, como sinónimo de la delincuencia”, sostiene Núñez, que agrega: “Ése era su trabajo fundamental y en eso puso su vida, la dedicó hasta las últimas consecuencias”.
Tras su muerte, las calles de Rosario se llenaron de pintadas en las que se indicaba: “Pocho vive”, acompañadas de un ángel en bicicleta.
- La historia de Pocho se nacionalizó con la canción de León Gieco, pero en Rosario siempre fue muy querido.
Sí, es más, nosotros siempre decimos que a Pocho no lo mataron, sino que se multiplicó. Cuando decimos esto es porque en Rosario hay decenas de espacios que tienen que ver con su nombre y su trabajo: escuelas, un centro de salud, una plaza, centros culturales, espacios de trabajadores, creo que tiene que ver con una forma de participar y actuar que no se relaciona a lo partidario, sino que a la manera de involucrarse con el otro desde la ciudadanía.
Fuente: Luis Schlossberg, diario Puntal de Río Cuarto
Al aire en Lo Que Somos
Además de la magnífica charla con los compañeros de la Biblioteca Pocho Lepratti, pudimos compartir la presentación del libro POCHO VIVE! y conocer que es lo que hace la biblioteca, a través del programa de la CTA Río Cuarto que transmitió en vivo y en directo este encuentro que se desarrolló en la CTA. Si no lo escuchaste no te lo podés perder, descargá Lo Que Somos a través de www.laolla.tv.
Núñez recordó, en diálogo con PUNTAL, la jornada de diciembre de 2001, cuando Claudio “Pocho” Lepratti fue asesinado en el techo de la escuela en la que trabajaba. Era un reconocido militante social, reconocido y respetado por su compromiso con los sectores más vulnerables de Rosario. Señala que allí fue cuando “creamos la biblioteca que lleva su nombre como homenaje a una práctica, a una manera de involucrarse”.
Comenta que “desde ese momento se han creado diferentes espacios, además de lo que se entiende tradicionalmente al servicio de una biblioteca popular. Trabajamos con un jardín de infantes, talleres de cuentos, de ajedrez, de pintura en tela, de canto y guitarra. Del mismo modo, se hace un taller de serigrafía, en el marco de lo que es la capacitación en oficios”.
La biblioteca está ubicada en el barrio Tablada, “un lugar más conocido por la cantidad de jóvenes muertos”, dice Núñez. Explica: “La ciudad tiene un alto porcentaje de personas que viven en condiciones de vulnerabilidad social, nosotros trabajamos en uno de estos espacios y todos los días nos encontramos con actividades que implican una gran dedicación y un compromiso que hace impresindible la articulación con otros sectores, por ejemplo con la universidad o gremios”.
La llegada a Río Cuarto de los responsables de la “Pocho” Lepratti tiene que ver con un encuentro de bibliotecas públicas organizado por la Universidad Nacional.
- ¿Cuánto sirve compartir su experiencia con otras bibliotecas?
Para nosotros es un espacio de aprendizaje mutuo. No llevamos un modelo que pueda ser reproducido en distintos lugares, sino que contamos lo que ha sido nuestra experiencia en el contexto en el que nos encontramos. Del mismo modo, escuchamos y pensamos juntos, hacemos un diagnóstico de cuál es la función social de las bibliotecas populares hoy, con quiénes se puede articular, cuál es la realidad con la que estamos trabajando. No es lo mismo una biblioteca que está ubicada en la periferia a la de una que está en un espacio céntrico.
- ¿Sobre qué espacios deben trabajar las bibliotecas populares?
Lo que nosotros decimos es que uno de los desafíos actuales es el de romper con el imaginario de que la biblioteca popular es un lugar por el que se debe pasar en puntas de pie porque alguien está leyendo. Éso será en una biblioteca más tradicional o en una zona más académica, pero no es lo que sucede normalmente en la barriada.
- ¿Cuál es el rol social que deben asumir las bibliotecas?
Creemos que su función social es múltiple. Las bibliotecas populares comenzaron con Sarmiento, y tenían que ver con el trabajo en alfabetización y en vistas de un proyecto que estaba marcha, el de la generación del ‘80. Hoy tienen una función fuerte en relación a la inclusión social, lo que abarca muchos espacios: desde lo que puede tener que ver con la alfabetización, como con generar cada vez mayores espacios de arte, de educación popular, de contención, de debate y reapropiación de espacios de discusión para generarlo de manera autónoma, cómo articular o no con ámbitos estatales. Se retoman, por lo tanto, conceptos de lo que fueron las bibliotecas anarquistas y socialistas de principio de siglo pasado, donde se pensaba en volver a discutir la política, por fuera de los ámbitos oficiales.
Núñez indica que en el país hay aproximadamente 3 mil bibliotecas populares, “y es la experiencia latinoamericana más fuerte en relación a estos espacios, no hay en otros países el desarrollo que tenemos”, asegura. Por todo eso, considera que es necesario el debate de “cómo aprovecharlo, articulando con otros espacios y viendo cómo se consolidan equipos de trabajo, porque la mayoría de las bibliotecas populares subsisten en base a un proyecto de voluntariado que tiene sus límites”.
- ¿Se debe apuntar a una franja etaria determinada?
Cada biblioteca define su trabajo, en nuestro caso, tenemos la suerte de ser un espacio con un porcentaje enorme de jóvenes, que no es lo que suele suceder en otras instituciones. Hablamos de reapropiar la cuestión política, porque de alguna forma las bibliotecas populares funcionan a partir de comisiones directivas, y se sabe que los jóvenes suelen ser reacios a cuestiones relacionadas a lo institucionalizado. Por eso estamos haciendo un aprendizaje para que se vinculen mejor a todo esto, con funciones concretas siendo parte de reanimar los estatutos, y que lo institucional no mate la voluntad de participar. Me parece que es importante que haya un mix fuerte, porque sigue sucediendo en la mayoría de las bibliotecas populares, que el principal usuario es el niño.
- En cuanto a las nuevas tecnologías, ¿qué actitud deben asumir las bibliotecas?
Creemos que hoy hay que tener una íntima relación con toda la cuestión tecnológica y otros soportes de lectura. De hecho, no es que hoy no se lee, sino que se lo hace en otros soportes, como en la computadora. Por eso debemos aggiornarnos, amigarnos con estas herramientas, lo que implica un mayor trabajo. Lo que es la entrega de netbooks en las escuelas, por ejemplo, tienen posibilidades a futuro que aún no han sido explotadas, como es el caso de su relación a los campos de bibliotecas y los centros culturales. Es parte de un proceso que ojalá comience a trabajarse de un modo más intenso.
“A Pocho no lo mataron, se multiplicó”
Núñez recuerda el trabajo y la dedicación de Lepratti, con quien compartió en los comienzos de la actividad en los barrios más vulnerables de Rosario. “Pocho era un tipo muy humilde, de perfil bajo, su preocupación central era la de trabajar con los pibes, sobre todo en los sectores en los que están muy enfrentados a situaciones complejas”, asegura el responsable de la biblioteca que ahora lleva el nombre del militante social.“En Rosario, como en otras ciudades grandes, hay muchos problemas con cuestiones como la droga y la estigmatización de la pobreza, como sinónimo de la delincuencia”, sostiene Núñez, que agrega: “Ése era su trabajo fundamental y en eso puso su vida, la dedicó hasta las últimas consecuencias”.
Tras su muerte, las calles de Rosario se llenaron de pintadas en las que se indicaba: “Pocho vive”, acompañadas de un ángel en bicicleta.
- La historia de Pocho se nacionalizó con la canción de León Gieco, pero en Rosario siempre fue muy querido.
Sí, es más, nosotros siempre decimos que a Pocho no lo mataron, sino que se multiplicó. Cuando decimos esto es porque en Rosario hay decenas de espacios que tienen que ver con su nombre y su trabajo: escuelas, un centro de salud, una plaza, centros culturales, espacios de trabajadores, creo que tiene que ver con una forma de participar y actuar que no se relaciona a lo partidario, sino que a la manera de involucrarse con el otro desde la ciudadanía.
Fuente: Luis Schlossberg, diario Puntal de Río Cuarto
Al aire en Lo Que Somos
Además de la magnífica charla con los compañeros de la Biblioteca Pocho Lepratti, pudimos compartir la presentación del libro POCHO VIVE! y conocer que es lo que hace la biblioteca, a través del programa de la CTA Río Cuarto que transmitió en vivo y en directo este encuentro que se desarrolló en la CTA. Si no lo escuchaste no te lo podés perder, descargá Lo Que Somos a través de www.laolla.tv.
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