La
Central de Trabajadores de la Argentina convoca a los compañeros
delegados de base y miembros de comisiones directivas de sindicatos del
sector privado de todo el país al Encuentro Nacional a celebrarse el día
8 de septiembre próximo en el Micro Estadio del Club Ferrocarril Oeste
sito en la calle Avellaneda Nº 1246 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, a partir de las 11:00 horas hasta 17:00 horas.
POR QUÉ ESTA CONVOCATORIA
La presencia de delegados y comisiones internas en los lugares de trabajo constituye uno de los componentes estratégicos del modelo sindical que los trabajadores en Argentina hemos venido construyendo desde hace más de un siglo.
Este modelo va mucho más allá de los límites que pueda imponer una determinada ley, o la voluntad de un determinado gobierno. Desde la Central de Trabajadores de la Argentina estamos convencidos que nuestras estrategias organizativas deben ser producto del debate y construcción cotidiana que los trabajadores realizamos, cada uno en nuestro lugar de trabajo, en la fábrica, en la oficina, en el barrio, en el sindicato, en la ciudad y el campo y, especialmente, en la calle. Ahí está la verdadera construcción del modelo.
Es allí donde día a día se plantean las disputas por mejores condiciones de trabajo, por mayores salarios, por el control de los procesos productivos.
Los trabajadores entendimos tempranamente que nuestra organización en cada lugar de trabajo era vital para poder enfrentar los avances de la patronal sobre nuestras condiciones de vida. Es así que durante muchas décadas los delegados y las comisiones internas encabezaron las principales luchas sindicales, ocupando los lugares de trabajo y la calle.
Los patrones no tardaron en identificar a las comisiones internas y no es extraño que el principal objetivo de la última dictadura militar hayan sido los delegados y activistas sindicales en los lugares de trabajo. Para ellos - patrones y dictadores - era necesario restablecer la disciplina en las fábricas, y no dudaron en recurrir a la más sangrienta de las represiones para ello.
Aún hoy, después de treinta años, los trabajadores seguimos de pie, y reivindicamos nuestra historia como ejemplo para la construcción de nuestro presente y nuestro futuro. Muestra de ello son los miles de jóvenes trabajadores que en los últimos años se han sumado a la acción sindical, y comienzan a recrear las experiencias organizativas en los lugares de trabajo.
Allá por los años ’50 un representante patronal de la industria metalúrgica afirmaba escandalizado que resultaba inaceptable que el delegado hiciera sonar un silbato y se parara la fábrica. Lo que para la patronal fue inaceptable, para nosotros debe transformarse en nuestro objetivo. El fortalecimiento de nuestra organización en los lugares de trabajo apunta a reconstruir esa fuerza, para que seamos nosotros, los trabajadores, quienes seamos dueños de nuestro propio destino.
La cantidad de trabajadores convencionados nunca superó al 45 % de la fuerza del trabajo, y el 55% restante sirvió como disciplinador del mercado de trabajo formal.
Hasta el año 2007, el poder adquisitivo de algunos sectores de trabajadores formales creció sustancialmente, en un marco de situación inmejorable. No obstante, la brecha entre el crecimiento del PBI y el del salario se ha incrementado significativamente, lo que es demostrativo de la muy pobre redistribución que aun en esas condiciones se ha operado.
Desde entonces, el Producto Bruto Interno (PBI) ha continuado su camino ascendente, pero el salario se ha estancado. El ingreso del conjunto de los trabajadores en el mes de diciembre de 2011 era similar al del último trimestre de 2001, mientras que en el mismo período el PBI se incrementó en un 90,6%.
Por otra parte, el promedio de ingresos del conjunto de los ocupados, provenientes de su ocupación principal, al cuarto trimestre de 2011, asciende a $ 3.198 mensuales, y el 80% de los ocupados percibe ingresos inferiores a $ 4.500 mensuales.
El 50% de los convenios colectivos de empresa donde los delegados tienen una representación obligatoria, el Ministerio de Trabajo los ha homologado sin su participación, lo que demuestra que las decisiones se toman en las cúpulas sin consulta a los trabajadores y a sus representantes directos.
Por otra parte, la institución del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) que es la base y punto de partida para la fijación de los salarios básicos convencionales no ha cumplido su función, ya que las sumas establecidas año a año en el Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario, ha sido insuficiente y muy por debajo de la remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión.
Vemos con preocupación que el crecimiento del salario real se ha detenido y por ende disminuye día a día nuestro poder adquisitivo. Asimismo, se vislumbran los primeros síntomas de la crisis que se avecina: suspensiones, despidos encubiertos, rebaja de las horas extraordinarias, aumento del trabajo no registrado, aumento de la tercerización y precariedad laboral.
El congelamiento del Mínimo no Imponible ha generado que un 20% de los trabajadores asalariados paguemos el Impuesto a las Ganancias generando una nueva rebaja de nuestro salario real.
El retraso y la fragmentación del las asignaciones familiares han generado una pérdida sustancial del ingreso de millones de trabajadores que no cobran como consecuencia de los topes o por su condición de cuentapropista y/o consecuencia de su no registración, o que cobran asignaciones inferiores producto del escalonamiento.
Por lo tanto, a los puntos que surgieron en las luchas recientes, en las movilizaciones y en la calle, debemos sumarles otras que cotidianamente sufrimos en nuestro salario, en nuestra jornada de trabajo, en nuestra salud, en la falta de libertad sindical en los lugares de trabajo, en la arbitrariedad, en la precariedad, en la falta de estabilidad en el empleo y en los penosos sistemas de producción.
Pretendemos que las conclusiones del encuentro sean ampliación del pliego reivindicativo que fuera motivo de los últimos conflictos y movilizaciones, y la construcción de un plan de lucha. Pretendemos una lucha unitaria en la reivindicación y plural en nuestra pertenencia de clase.
La presencia de delegados y comisiones internas en los lugares de trabajo constituye uno de los componentes estratégicos del modelo sindical que los trabajadores en Argentina hemos venido construyendo desde hace más de un siglo.
Este modelo va mucho más allá de los límites que pueda imponer una determinada ley, o la voluntad de un determinado gobierno. Desde la Central de Trabajadores de la Argentina estamos convencidos que nuestras estrategias organizativas deben ser producto del debate y construcción cotidiana que los trabajadores realizamos, cada uno en nuestro lugar de trabajo, en la fábrica, en la oficina, en el barrio, en el sindicato, en la ciudad y el campo y, especialmente, en la calle. Ahí está la verdadera construcción del modelo.
Es allí donde día a día se plantean las disputas por mejores condiciones de trabajo, por mayores salarios, por el control de los procesos productivos.
Los trabajadores entendimos tempranamente que nuestra organización en cada lugar de trabajo era vital para poder enfrentar los avances de la patronal sobre nuestras condiciones de vida. Es así que durante muchas décadas los delegados y las comisiones internas encabezaron las principales luchas sindicales, ocupando los lugares de trabajo y la calle.
Los patrones no tardaron en identificar a las comisiones internas y no es extraño que el principal objetivo de la última dictadura militar hayan sido los delegados y activistas sindicales en los lugares de trabajo. Para ellos - patrones y dictadores - era necesario restablecer la disciplina en las fábricas, y no dudaron en recurrir a la más sangrienta de las represiones para ello.
Aún hoy, después de treinta años, los trabajadores seguimos de pie, y reivindicamos nuestra historia como ejemplo para la construcción de nuestro presente y nuestro futuro. Muestra de ello son los miles de jóvenes trabajadores que en los últimos años se han sumado a la acción sindical, y comienzan a recrear las experiencias organizativas en los lugares de trabajo.
Allá por los años ’50 un representante patronal de la industria metalúrgica afirmaba escandalizado que resultaba inaceptable que el delegado hiciera sonar un silbato y se parara la fábrica. Lo que para la patronal fue inaceptable, para nosotros debe transformarse en nuestro objetivo. El fortalecimiento de nuestra organización en los lugares de trabajo apunta a reconstruir esa fuerza, para que seamos nosotros, los trabajadores, quienes seamos dueños de nuestro propio destino.
LA LUCHA DE ESTOS AÑOS
Luego de varios años de negociación colectiva ininterrumpida, una gran cantidad de empleadores eluden la aplicación del convenio colectivo por diversos medios: la no registración, la tercerización, el falso cuentapropismo o por su no aplicación lisa y llana, favorecida por ausencia de inspección del trabajo, de representación sindical en los lugares de trabajo y la tolerancia o complicidad de algunas direcciones sindicales.La cantidad de trabajadores convencionados nunca superó al 45 % de la fuerza del trabajo, y el 55% restante sirvió como disciplinador del mercado de trabajo formal.
Hasta el año 2007, el poder adquisitivo de algunos sectores de trabajadores formales creció sustancialmente, en un marco de situación inmejorable. No obstante, la brecha entre el crecimiento del PBI y el del salario se ha incrementado significativamente, lo que es demostrativo de la muy pobre redistribución que aun en esas condiciones se ha operado.
Desde entonces, el Producto Bruto Interno (PBI) ha continuado su camino ascendente, pero el salario se ha estancado. El ingreso del conjunto de los trabajadores en el mes de diciembre de 2011 era similar al del último trimestre de 2001, mientras que en el mismo período el PBI se incrementó en un 90,6%.
Por otra parte, el promedio de ingresos del conjunto de los ocupados, provenientes de su ocupación principal, al cuarto trimestre de 2011, asciende a $ 3.198 mensuales, y el 80% de los ocupados percibe ingresos inferiores a $ 4.500 mensuales.
El 50% de los convenios colectivos de empresa donde los delegados tienen una representación obligatoria, el Ministerio de Trabajo los ha homologado sin su participación, lo que demuestra que las decisiones se toman en las cúpulas sin consulta a los trabajadores y a sus representantes directos.
Por otra parte, la institución del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) que es la base y punto de partida para la fijación de los salarios básicos convencionales no ha cumplido su función, ya que las sumas establecidas año a año en el Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario, ha sido insuficiente y muy por debajo de la remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión.
Vemos con preocupación que el crecimiento del salario real se ha detenido y por ende disminuye día a día nuestro poder adquisitivo. Asimismo, se vislumbran los primeros síntomas de la crisis que se avecina: suspensiones, despidos encubiertos, rebaja de las horas extraordinarias, aumento del trabajo no registrado, aumento de la tercerización y precariedad laboral.
El congelamiento del Mínimo no Imponible ha generado que un 20% de los trabajadores asalariados paguemos el Impuesto a las Ganancias generando una nueva rebaja de nuestro salario real.
El retraso y la fragmentación del las asignaciones familiares han generado una pérdida sustancial del ingreso de millones de trabajadores que no cobran como consecuencia de los topes o por su condición de cuentapropista y/o consecuencia de su no registración, o que cobran asignaciones inferiores producto del escalonamiento.
OBJETIVOS DEL ENCUENTRO
Advertimos la necesidad de que los trabajadores generemos condiciones para construir la unidad en la acción que nos permita reafirmar nuestras conquistas y resistir los ajustes del gobierno y de los patrones. Creemos que debemos continuar la lucha pero con más unidad y con mejor saldo organizativo.Por lo tanto, a los puntos que surgieron en las luchas recientes, en las movilizaciones y en la calle, debemos sumarles otras que cotidianamente sufrimos en nuestro salario, en nuestra jornada de trabajo, en nuestra salud, en la falta de libertad sindical en los lugares de trabajo, en la arbitrariedad, en la precariedad, en la falta de estabilidad en el empleo y en los penosos sistemas de producción.
Pretendemos que las conclusiones del encuentro sean ampliación del pliego reivindicativo que fuera motivo de los últimos conflictos y movilizaciones, y la construcción de un plan de lucha. Pretendemos una lucha unitaria en la reivindicación y plural en nuestra pertenencia de clase.
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