En la
tarde de este viernes, la Central de Trabajadores de la Argentina, junto
a organizaciones sindicales, sociales, políticas, de mujeres y
estudiantiles exigieron al Estado que declare la Emergencia contra la
violencia de género. Según estadísticas no oficiales, en lo que va de
2012, 109 mujeres han sido asesinadas.
La
persistente lluvia de la tarde no impidió que cientos de mujeres de
organizaciones sociales, políticas, culturales, gremiales y
estudiantiles de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires se juntaran
frente a las puertas del Congreso Nacional para exigir la Emergencia
Nacional contra la violencia de género.
“Es una jornada nacional para exigirle al Estado que reglamente la
ley aprobada en 2009. Según estadísticas de organizaciones sociales, en
lo que va del año han sido asesinadas 109 mujeres y una de cada 4
mujeres en Argentina y en el mundo sufre cotidianamente situaciones de
violencia, desde el maltrato, las violaciones, hasta los asesinatos”,
dijo Alejandra Angriman, secretaria de Género de la CTA.
Antes de que comenzara la conferencia de prensa, Angriman denunció la
falta de voluntad política para cambiar la situación de violencia a la
que están expuestas miles de mujeres, adolescentes y niñas en todo el
país y reconoció que la base de la violencia está en las entrañas mismas
del sistema de producción capitalista: “Desde nuestra Central estamos
comprometidos con la lucha para cambiar este sistema de dominación y
opresión”.
Entre los presentes se encontraban los padres de Wanda Taddei, la
joven asesinada por su marido Eduardo Vázquez. “Esta jornada consiste en
pedir la Emergencia Nacional contra la violencia de género, para que se
tomen las medidas de precaución necesarias para evitar más crímenes,
que haya más lugares para hacer las denuncias y que se reglamente la
ley. Tenemos que hacer algo para las mujeres que están acá en la
tierra”, dijo Jorge Taddei con los ojos humedecidos y la garganta
reseca.
Las cifras de los femicidios hablan por sí solas: cada 37 horas, una
mujer es asesinada en nuestro país. “Tiene que haber un lugar al que la
mujer pueda ir con sus hijos en situaciones de violencia. El Estado
tiene la obligación de reglamentar la ley contra la violencia de
género”, dijo la diputada Graciela Iturraspe, comprometida con la lucha
por una sociedad pacífica. “Es muy difícil que las mujeres creamos en la
justicia. Por eso es central todo lo que podamos hacer desde las
organizaciones sociales y los colectivos. Esto no sólo se resuelve en el
Congreso sino también en la calle”, recuperó Iturraspe subrayando las
acciones populares como la jornada nacional de lucha contra la violencia
de género.
La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) estuvo presente como
siempre en la pelea por lograr condiciones de vida dignas. “Este es un
tema netamente político”, dijo Silvia León, Secretaria de Organización
del Consejo Directivo Nacional de ATE. “ATE ha lanzado una campaña para
decir basta, también los varones tienen que comprometerse con el cambio
que tiene que ver con cambiar las relaciones jurídicas, laborales,
culturales, educativas”, enumeró León.
Por su parte, Claudia Baigorria, secretaria general de la Conadu
histórica e integrante de la Mesa nacional de la CTA sumó su voz: “es un
día muy importante para la defensa de los derechos de nuestras
compañeras de todos los sectores. No concebimos la violencia en ningún
aspecto”.
Entre las banderas de las diferentes organizaciones y colectivos
presentes, Nora Cortiñas pidió que se termine la violencia contra las
mujeres y recordó a las compañeras detenidas desaparecidas que fueron
víctimas de la violencia de los represores y del Estado. “Repudiamos la
libertad de Vázquez: basta a esas salidas obscenas, las leyes están para
cumplirlas”, dijo Nora ante el aplauso de todas y todos los presentes.
“Queremos que nuestras hijas, nietas y bisnietas vivan tranquilas en un
país digno”, finalizó Nora Cortiñas con la emoción en la voz.
En la jornada también se exigió que se termine con la trata de
mujeres y que se despenalice el aborto. El día finalizó con la firme
convicción de seguir luchando por conseguir que las mujeres y los
hombres convivan en un país justo y soberano.
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