En algún
momento de la historia reciente venezolana, alguien lanzó la frase de
que “Chávez los vuelve locos”. Se refería a la oposición de ese país, a
la que no sólo le costaba asimilar la lista interminable de derrotas
electorales, sino que cuando pretendían embestir contra el Comandante
bolivariano, siempre éste los dejaba mal parados.
* Periodista. Director de Resumen Latinoamericano
En esta
ocasión, pasó más de lo mismo. La fecha del 10 de enero, en la que Hugo
Chávez debía cumplir con la formalidad de jurar por un nuevo período ,
se convirtió en una nueva reafirmación de apoyo popular. Por un lado,
el pueblo venezolano volvió a bajar de los cerros para darle fuerza a su
líder y generar de esta forma, una adhesión para que se siga
profundizando la Revolución. Y por otra parte, el país se llenó de
visitantes llegados desde varios países de Latinoamérica y el Caribe:
presidentes amigos, cancilleres, personalidades varias, todos ellos y
ellas respaldando al mandatario re-electo.
Chávez, obviamente, anunció desde La Habana que postergaba la ceremonia, debido a que sigue restableciéndose de una difícil operación, y que cuando sus médicos lo den de alta, jurará el cargo ante el Tribunal Superior de Justicia.
De esta manera, se mantiene el hilo constitucional, y queda desbaratada una nueva maniobra opositora que pretendía que, ante la ausencia del Presidente, se hiciera con la Presidencia el titular de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Éste no dudó en burlarse de la propuesta derechosa, señalando que él ya fue presidente precisamente cuando los golpistas intentaron derrocar a Chávez y les salió el tiro por la culata.
Quedó evidente que la oposición encabezada por Capriles Radonsky, sabe poco de ética y mucho menos de comportamientos democráticos. En estos días pasados, no sólo se dedicaron a lanzar falsas versiones sobre la muerte de Chávez, sino que presionaron a sectores del empresariado y la Iglesia para que adhieran a un paro general desestabilizador.
Además, desde las redes sociales opositoras, se hicieron sonar trompetas de guerra, incitando a la población a “rebelarse contra la dictadura” y “salir a la calle a luchar por la liberación”.
Sin embargo, más allá de las expresiones de deseos mortuorios con que la mayoría de los medios viene tratando la enfermedad del Presidente, lo único cierto es que su mandato sigue estando intacto.
Así lo dispuso él mismo, antes de viajar a Cuba, delegando el mando en su Vicepresidente Nicolás Maduro, y dando confianza para que frente a cualquier imponderable, la transición resulte lo suficientemente ordenada.
A esto se sumó la decisión de unificar criterios por parte de sus colaboradores más cercanos, como es el caso del propio Maduro y de Diosdado Cabello, pero también, y esto es muy importante, se cuenta con el firme compromiso de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, de seguir acompañando “el proceso de transformación y avance hacia el socialismo”.
Con estas coordenadas amarradas, ni la OEA (a la que la oposición pidió auxilio), ni los mensajes “dramáticos” de Capriles, ni el anunciado lockout patronal tienen nada que hacer. Chávez sigue viviendo y gobernando. Lo demás son fuegos de artificio, con pólvora mojada.
Chávez, obviamente, anunció desde La Habana que postergaba la ceremonia, debido a que sigue restableciéndose de una difícil operación, y que cuando sus médicos lo den de alta, jurará el cargo ante el Tribunal Superior de Justicia.
De esta manera, se mantiene el hilo constitucional, y queda desbaratada una nueva maniobra opositora que pretendía que, ante la ausencia del Presidente, se hiciera con la Presidencia el titular de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Éste no dudó en burlarse de la propuesta derechosa, señalando que él ya fue presidente precisamente cuando los golpistas intentaron derrocar a Chávez y les salió el tiro por la culata.
Quedó evidente que la oposición encabezada por Capriles Radonsky, sabe poco de ética y mucho menos de comportamientos democráticos. En estos días pasados, no sólo se dedicaron a lanzar falsas versiones sobre la muerte de Chávez, sino que presionaron a sectores del empresariado y la Iglesia para que adhieran a un paro general desestabilizador.
Además, desde las redes sociales opositoras, se hicieron sonar trompetas de guerra, incitando a la población a “rebelarse contra la dictadura” y “salir a la calle a luchar por la liberación”.
Sin embargo, más allá de las expresiones de deseos mortuorios con que la mayoría de los medios viene tratando la enfermedad del Presidente, lo único cierto es que su mandato sigue estando intacto.
Así lo dispuso él mismo, antes de viajar a Cuba, delegando el mando en su Vicepresidente Nicolás Maduro, y dando confianza para que frente a cualquier imponderable, la transición resulte lo suficientemente ordenada.
A esto se sumó la decisión de unificar criterios por parte de sus colaboradores más cercanos, como es el caso del propio Maduro y de Diosdado Cabello, pero también, y esto es muy importante, se cuenta con el firme compromiso de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, de seguir acompañando “el proceso de transformación y avance hacia el socialismo”.
Con estas coordenadas amarradas, ni la OEA (a la que la oposición pidió auxilio), ni los mensajes “dramáticos” de Capriles, ni el anunciado lockout patronal tienen nada que hacer. Chávez sigue viviendo y gobernando. Lo demás son fuegos de artificio, con pólvora mojada.
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