lunes, 12 de junio de 2017

La Docta en llamas


El conflicto del transporte en Córdoba desnuda el nivel de convulsión social que provocan las políticas neoliberales del gobierno conservador de Macri y sus socios en las administraciones provinciales y municipales, principales sostenes del Pacto de Gobernabilidad que permite mantener el modelo extractivista-dependiente, endeudar a la Nación, empobrecer a más del treinta por ciento de su población, arrojar al desamparo a la mayoría de la juventud y reprimir con saña cualquier atisbo de protesta.
* Secretario de Relaciones Institucionales de la CTANacional  Juan Carlos Giuliani
“Cuando Córdoba se resfría, el resto del país estornuda”, señala el aforismo popular. Es probable, aunque no infalible. Córdoba es el rostro anticipado de la Argentina. En sus hechos heroicos y en sus miserias. Luces y sombras que reflejan, mejor que nada, las contradicciones de este país hecho de pan y en el que siguen muriendo chicos de hambre.

Desde hace ocho días los delegados de UTA Córdoba, en disconformidad con el acuerdo salarial alcanzado por la burocracia sindical a nivel nacional, viene desarrollando un conflicto que está rodeado por la totalidad de las centrales sindicales y el movimiento estudiantil que se han sumado al reclamo en la calle, frente a la prepotencia del poder y la inmoral campaña mediática desatada contra los choferes.
La Seccional UTA de Córdoba –otrora bastión del inolvidable Atilio López- está intervenida desde hace más de un año por la conducción nacional, mansa y obediente con los patrones; patotera y violenta con los opositores. A la intemperie, lejos de acobardarse, los trabajadores y trabajadoras del transporte salieron a pelear por sus derechos con una herramienta que, mal que les pese a los patrones y alcahuetes de turno, es un derecho constitucional: La huelga.
El Gobierno Municipal del radical Ramón Mestre respondió con una batería de despidos, demonizó la lucha de los choferes con el inapreciable apoyo de los grandes medios de comunicación –tributarios de generosas pautas publicitarias municipales-, confirmó su alianza estratégica con el PJ al recibir el consiguiente apoyo del gobernador Juan Schiaretti para llevar adelante este nuevo ataque contra los trabajadores y, en un remedo del Plan CONINTES del Gobierno de Arturo Frondizi, militarizó el conflicto y mandó a sacar unidades de transporte protegidas por la Gendarmería y efectivos de una de las policías más corruptas del país.
Mestre mantiene estrechos e impúdicos vínculos con la firma dominante en el mercado del transporte cordobés, la Empresa Romero S.A. (ERSA) de Corrientes. Lazos que iniciara su padre, el ex gobernador de Córdoba y ministro del Interior de la Alianza durante los asesinatos de luchadores populares en la pueblada del 19 y 20 de diciembre de 2001, mientras fue interventor de esa provincia mesopotámica al inicio de la gestión de Fernando De la Rúa, en 1999. Una intervención a la autonomía provincial correntina que, aunque efímera, dejó una estela de denuncias de abuso de poder y corrupción.
Entre otros, de quien oficiaba de Intendente de la Capital, el actual ministro de Comunicaciones del Gobierno Nacional, Oscar Aguad, a quien la La Corte Suprema de Justicia de la Nación sentenció la prescripción de la causa en la que se lo investigaba por el destino de un crédito de 600 millones de pesos-dólares.
Vale la pena señalar que el máximo Tribunal Na­cional hizo lugar en el 2014 a un recurso en queja presentado por la ­defensa del dirigente radical cuyo procesamiento había sido confirmado por el Superior ­Tribunal de Justicia (STJ) de Corrientes.

La Córdoba paradojal

La Córdoba del Cordobazo, el Viborazo y el sindicalismo revolucionario, fue también el escenario del primer contragolpe monárquico contra la Revolución de Mayo hace 217 años; de la Reforma Universitaria -poco más de un siglo después- que se extendió como un reguero de pólvora por toda América; del amplio triunfo electoral de Amadeo Sabattini en la década del fraude patriótico conservador; del inicio de la Revolución Fusiladora que derrocó al peronismo en 1955; del gobierno de Obregón Cano y Atilio López en 1973; del Navarrazo, grotesco golpe policial que terminó con ese mismo gobierno un año después; del terror y la muerte sembrados por los grupos paramilitares del Comando Liberadores de América; del orden de los cementerios que impuso el genocida Luciano Benjamín Menéndez; del silencio cómplice de la cúpula eclesiástica.
De las plazas repletas de pueblo para acelerar el retorno de la democracia y para defenderla frente a las asonadas de los carapintadas; de las movilizaciones populares contra el derrumbe del Estado provincial con Angeloz y el feroz ajuste de Mestre; del conflicto consecuente y unitario contra las políticas neoliberales del gobernador José Manuel De la Sota que le impidieron la privatización de EPEC y el Banco de la Provincia de Córdoba, y el maquillaje impostado de Schiaretti.
A más de 33 años del retorno de la democracia, la UCR y el PJ –el Partido Único Cordobés- se han turnado en gobernar la provincia. Por ende, son responsables del actual estado de postración, endeudamiento y desigualdad social, con escandalosos niveles de pobreza en una provincia rica y generosa en bienes naturales y capacidad científica y tecnológica.
La Córdoba monacal y reaccionaria y la Córdoba popular y revolucionaria viven en permanente tensión. Los antagonismos y las paradojas dominan el paisaje mediterráneo y se codean en la Peatonal. Esa ciudad, sumida en sus propios consensos y desacuerdos, en el folcklore de sus personajes inmortalizados en Hortensia, que bebe a granel su más típica invención autóctona: El fernet con coca, y baila al ritmo del cuarteto, cumplirá el 6 de julio 444 años. Y lo celebrarán los hinchas de Belgrano y de Talleres, los estudiantes universitarios y los trabajadores del cordón industrial, los curas de las villas y los cantores de las peñas que pueblan la urbe surcada por La Cañada. La Capital de una provincia gobernada por los gerentes de los que mandan: Urquía, Roggio, Pagani, Bugliotti, Petrone.
Un cumpleaños que se festejará con el retorno de la Córdoba rebelde de la mano del conflicto de los choferes de la Unión Tranviaria Automotor del legendario “Negro” López, con el noble intento de renovar la alianza obrero-estudiantil para ganar la calle, cuestionar la burocracia e interpelar el poder del Partido Único Cordobés, sin que falte la chispa de los negrazones que cultivan inmaculada la clásica tonada cordobesa.
Una oportunidad para recordar a nuestros próceres y mártires y para no olvidar a los traidores y vendepatria.

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