"El
estancamiento en la creación de empleo, la destrucción del empleo en
blanco y el crecimiento de la informalidad laboral y desempleo son las
claves del nuevo tiempo laboral en la Argentina y , junto a la
inflación, las razones que están en la base del creciente malestar con
la gestión oficial", según un informe del instituto de estudios de
Clauidio Lozano y Tomás Raffo. Se adjunta informe.
Para Lozano, “el estancamiento en la creación de empleo, la destrucción del empleo en blanco y el crecimiento de la informalidad laboral y desempleo son las claves del nuevo tiempo laboral en la Argentina. Tiempo acompañado, en los hechos, por el deterioro en los ingresos que provoca la inflación. Son las razones que están en la base del creciente malestar con la gestión oficial”.
Extractos del análisis del 2° semestre de 2012 que dan cuenta de lo expuesto:
Al desagregarse la creación de puestos de trabajo según categoría ocupacional, podemos observar que, si bien en términos netos la cantidad de ocupados creció en 14.710 puestos de trabajo, la situación difiere considerablemente al interior de las categorías. De hecho, se destruyeron 58 mil puestos de trabajo de asalariados registrados, a la vez que disminuyó la cantidad de patrones y de trabajadores familiares. Estas caídas se vieron compensadas por un crecimiento en las categorías ocupacionales más precarias: los asalariados no registrados, que crecieron en más de 18 mil, y los cuentapropia, que crecieron en más de 191 mil.
- Al 2do trimestre de 2012, casi 3,9 millones de trabajadores (22,4% de la PEA) se encuentran demandando un empleo, de los cuales 1.252.000 están desempleados y 2,6 millones son ocupados que demandan otro empleo. la disponibilidad de mano de obra asciende al 28,6% de la PEA en el 2do trimestre de 2012, involucrando a casi 5 millones de trabajadores. Nuevamente, se registra un aumento leve con respecto al año anterior (28%).
Puede afirmarse que el particular modo en que se desenvuelve el mercado laboral argentino determina que cerca de un tercio de la fuerza laboral (casi 5 millones) se encuentra insatisfecha con el lugar que ocupa en el mismo, y por ende está disponible para otras ofertas laborales, al tiempo que casi el 80% de la misma (casi 3,9 millones) presionan efectivamente sobre el mercado laboral en pos de mejorar su situación. Es esta disponibilidad y presión la que tiene efectos precisos a la hora de conformarse los ingresos de la fuerza laboral.
Al interior de los asalariados, se evidencia la desigualdad entre aquellos que están registrados y ganan $4.338 en promedio, y los no registrados, cuyos ingresos rondan los $1.798. Asimismo, el ingreso de los cuentapropistas se sitúa en $2.490 promedio.
Al observar la evolución en los ingresos de los ocupados durante el año bajo análisis, surge que los mismos crecieron en promedio un 25,1%, ante un incremento de los precios del 25%, es decir que mantuvieron estancado su poder adquisitivo. Sin embargo, este incremento no resultó homogéneo entre las categorías, ya que mientras el ingreso de los asalariados aumentó un 25,9% y dentro de estos los registrados lo hicieron un 26,8%; los asalariados no registrados crecieron por debajo (23,7%), ampliándose así la brecha salarial entre estos dos conjuntos de trabajadores. En términos de poder adquisitivo la evolución anual indica que mientras los asalariados registrados aumentaron levemente el mismo (1,4%), lo inverso sucedió con los no registrados (-1,1%). en el trimestre analizado se amplió la brecha salarial entre los asalariados registrados y los no registrados: actualmente, los primeros ganan en promedio 2,41 veces más que los segundos, cuando a fines de 2011 la brecha era de 2,35 y en 1998 era de 2 veces. El nivel que alcanza la brecha en el 2012 es similar la de octubre del 2002 (es decir luego de la brutal devaluación). A partir de ese momento, la distancia de ingresos entre ambos tipos de asalariados crece sistemáticamente hasta el año 2006. Es recién a partir del 2007; y casualmente de la mano de la intervención sobre las estadísticas sociales, que la brecha se reduce drásticamente en el 2007 – 2009 y posteriormente en el 2010 – 2011. El dato del 2012 rompe la tendencia “reduccionista” de la brecha, pero obviamente a él le caben también las consideraciones en materia de “manipulación” de las estadísticas.
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