
En
este material, Lozano y Raffo, junto al equipo de trabajo integrado por
Ana Rameri, Agustina Haimovich y Mora Strachnoy, sintetizan la
situación laboral de periodos anteriores para centrarse en el segundo
trimestre 2012, tanto en lo referido a la composición del mercado
laboral como a la dinámica distributiva (2003-2012)
Para Lozano, “el estancamiento en la creación de empleo, la
destrucción del empleo en blanco y el crecimiento de la informalidad
laboral y desempleo son las claves del nuevo tiempo laboral en la
Argentina. Tiempo acompañado, en los hechos, por el deterioro en los
ingresos que provoca la inflación. Son las razones que están en la base
del creciente malestar con la gestión oficial”.
Extractos del análisis del 2° semestre de 2012 que dan cuenta de lo expuesto:

Al
desagregarse la creación de puestos de trabajo según categoría
ocupacional, podemos observar que, si bien en términos netos la cantidad
de ocupados creció en 14.710 puestos de trabajo, la situación difiere
considerablemente al interior de las categorías. De hecho, se
destruyeron 58 mil puestos de trabajo de asalariados registrados, a la
vez que disminuyó la cantidad de patrones y de trabajadores familiares.
Estas caídas se vieron compensadas por un crecimiento en las categorías
ocupacionales más precarias: los asalariados no registrados, que
crecieron en más de 18 mil, y los cuentapropia, que crecieron en más de
191 mil.
- Al 2do trimestre de 2012, casi 3,9 millones de
trabajadores (22,4% de la PEA) se encuentran demandando un empleo, de
los cuales 1.252.000 están desempleados y 2,6 millones son ocupados que
demandan otro empleo. la disponibilidad de mano de obra asciende al
28,6% de la PEA en el 2do trimestre de 2012, involucrando a casi 5
millones de trabajadores. Nuevamente, se registra un aumento leve con
respecto al año anterior (28%).

Puede
afirmarse que el particular modo en que se desenvuelve el mercado
laboral argentino determina que cerca de un tercio de la fuerza laboral
(casi 5 millones) se encuentra insatisfecha con el lugar que ocupa en
el mismo, y por ende está disponible para otras ofertas laborales, al
tiempo que casi el 80% de la misma (casi 3,9 millones) presionan
efectivamente sobre el mercado laboral en pos de mejorar su situación.
Es esta disponibilidad y presión la que tiene efectos precisos a la hora
de conformarse los ingresos de la fuerza laboral.

Al
interior de los asalariados, se evidencia la desigualdad entre aquellos
que están registrados y ganan $4.338 en promedio, y los no registrados,
cuyos ingresos rondan los $1.798. Asimismo, el ingreso de los
cuentapropistas se sitúa en $2.490 promedio.

Al
observar la evolución en los ingresos de los ocupados durante el año
bajo análisis, surge que los mismos crecieron en promedio un 25,1%, ante
un incremento de los precios del 25%, es decir que mantuvieron
estancado su poder adquisitivo. Sin embargo, este incremento no resultó
homogéneo entre las categorías, ya que mientras el ingreso de los
asalariados aumentó un 25,9% y dentro de estos los registrados lo
hicieron un 26,8%; los asalariados no registrados crecieron por debajo
(23,7%), ampliándose así la brecha salarial entre estos dos conjuntos de
trabajadores. En términos de poder adquisitivo la evolución anual
indica que mientras los asalariados registrados aumentaron levemente el
mismo (1,4%), lo inverso sucedió con los no registrados (-1,1%). en el
trimestre analizado se amplió la brecha salarial entre los asalariados
registrados y los no registrados: actualmente, los primeros ganan en
promedio 2,41 veces más que los segundos, cuando a fines de 2011 la
brecha era de 2,35 y en 1998 era de 2 veces. El nivel que alcanza la
brecha en el 2012 es similar la de octubre del 2002 (es decir luego de
la brutal devaluación). A partir de ese momento, la distancia de
ingresos entre ambos tipos de asalariados crece sistemáticamente hasta
el año 2006. Es recién a partir del 2007; y casualmente de la mano de la
intervención sobre las estadísticas sociales, que la brecha se reduce
drásticamente en el 2007 – 2009 y posteriormente en el 2010 – 2011. El
dato del 2012 rompe la tendencia “reduccionista” de la brecha, pero
obviamente a él le caben también las consideraciones en materia de
“manipulación” de las estadísticas.
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